Retiro con P. Miguel Mier MSpS: Segundo día

Por la tarde continuamos con la dinámica del retiro. El P. Miguel Mier, M.Sp.S. nos invitó a retomar el discernimiento personal: ¿Qué tengo que hacer yo para hacer de cada una de las cuatro líneas de acción que me presenta el XV Capítulo General mi estilo de vida?

Pasamos a hacer lectura de cada una de las líneas de acción motivadas por una reflexión desde la dinámica de la Cruz del Apostolado.

Resumen…

Primera línea de acción: Abrirme y renovarme.

¿Qué significaría revitalizar nuestra experiencia de Dios para que nuestro estilo de vida sea transparencia de radicalidad evangélica? Abrirnos a la certeza de que soy amado por Dios. Cuando me siento amado por Dios puedo enfrentar mi realidad de pecado. Nuestra sociedad tiene dificultad en armonizar esta realidad, por lo tanto se pasa la vida buscando. El descubrirnos amados por Dios implica un largo proceso de maduración y de conversión. Es un estilo de vida, vivir desde la seguridad de ser amado.

La primera línea de acción va a transparentar la certeza de que soy amado. El estilo de vida de la cruz que se sabe acunar por el gran cuadro de luz. El modo pobre de vivir tiene que ver con la vida y la solidaridad. Es encontrar la perla y vender todo para alegremente comprarla. Vender implica desnudar el corazón de todas las seguridades. La pobreza es la expresión natural de un corazón que se sabe amado. “La perfección del amor es el silencio y el corazón desnudo” (San Juan de la Cruz).

Sólo así podremos ser solidarios con los que sufren porque nuestro corazón es de carne. La conversión es pasar de un corazón de piedra a un corazón de carne. Si te piden la túnica dale el manto. Sólo el que se sabe amado puede tener relaciones de otro tipo. Nuestra sociedad tan individualista es una sociedad huérfana de padre, con grandes avances tecnológicos pero huérfana de padre.

¿Cuál sería el dato contracultural? El XV Capítulo General habla de significatividad. Vivir con un estilo de vida que le transparente al otro que somos amados. Ese es el mensaje de la Cruz del Apostolado.

Segunda línea de acción: Maduro para responder personal y comunitariamente.

¿Cómo entramos hoy a ese dinamismo? ¿Dónde está situada la inmadurez del ser humano? En las carencias profundas de su conciencia de ser amado. La inmadurez se conecta con no tener idea de que soy amado. Si nos estamos siempre afirmando es que no nos sentimos amados. ¿Qué dice las ciencias sobre la infravaloración? ¿De las co-dependencias destructivas? Nos dice que debemos elaborar medios para andar por la calle sintiéndonos amados. ¿Por qué hay enganches tan fuertes en nuestra pastoral? ¿Qué zonas deben de oxigenarse para sentirme amado? La línea de acción nos lleva a que logremos, en nuestras comunidades, personas plenas y felices. “Donde no hay amor pon amor y sacarás amor” (San Juan de la Cruz). De eso nos habla el símbolo de la Cruz del Apostolado.

Tercera línea de acción: Hacer presente la salvación hoy.

La misión nos la da Dios. El ejercicio de la misión es parte de nuestra respuesta. ¿Cuál es la categoría fundamental que conforma “pueblo sacerdotal”? No en ofrecer cosas externas, no es el acto litúrgico solamente, es vivir el momento. El pueblo que construye la gran hostia y la ofrece, Dios bendice y se complace. Un grupo de víctimas unidas a la gran víctima. Generar los procesos de santidad está en ser cruz para asumir las actitudes del corazón, esto sólo lo logramos movidos por el Espíritu Santo que nos transforma en el corazón. Como referencia para reestructurar el ejercicio de la misión, recordemos que somos amados, somos hijos. ¿Qué es el Reino? El lugar en donde los seres humanos viven, los que caminan de la cruz al corazón. El gran anuncio es que tenemos que recuperar en la Iglesia y en la sociedad las relaciones filiales y fraternas y vivirlas con intensidad. El reino es el lugar de los que se saben amados.

Cuarta línea de acción: Discernir el cómo.

Para hacer todo lo anterior tenemos que hacer algo indispensable: discernir todo desde el amor que Dios nos tiene. Discernir que por encima de todo Dios me ama.

Continuamos el resto de la tarde en silencio.